Lo más seguro es que te queden muy buenos recuerdos de los momentos pasados en compañía de tu familia o amigos. O quizás te queden los recuerdos de esos momentos agradables en los que simplemente disfrutaste de tu tiempo libre en soledad.
Es probable que también te hayan quedado algunos regalos, que por grandes o pequeños, lo más seguro es que te hayas emocionado abriendo cada paquetito envuelto cuidadosamente.
Sin embargo, si te pareces un poco a mí, es posible que te haya quedado un sin sabor, un sentimiento de arrepentimiento. Quizás las fiestas te dejaron con unos cuantos kilitos de más o con menos efectivo en el bolsillo. También es posible que hayas permitido que otros decidieran por ti cómo celebrar las fiestas, dejando de lado lo que realmente querías hacer con tu tiempo. Tal vez decidiste pasar las fiestas con las personas equivocadas (familiares o amigos fastidiosos) y ahora que tus vacaciones se han terminado, te arrepientes.
Aunque el sentir arrepentimiento es natural, debes aprender a manejarlo apropiadamente, de lo contrario te puede robar la felicidad, ya que el sentir arrepentimiento continuo e internalizado genera emociones negativas hacia uno mismo, tales como la vergüenza, la tristeza, el remordimiento, el resentimiento y la decepción.
Si el sentimiento de arrepentimiento ha tocado a tu puerta, tómalo como una señal y oportunidad para mejorar a nivel personal. No permitas que este se vuelva tu propio látigo de culpa. Acepta tus imperfecciones y perdónate a ti misma. Estudia tus errores para que aprendas de ellos y así puedas tomar mejores decisiones en el presente y en el futuro. Recuerda lo mucho que disfrutaste de las festividades y aférrate a los buenos recuerdos y sentimientos mientras te liberas del arrepentimiento.
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